Yemas de Santa Teresa un regalo casero muy fácil de hacer.

Un regalo casero con el que quedarás de 10.

Anímate a preparar unas Yemas de Santa Teresa.

Los Conventos nos han traído desde hace cientos de años, además de Paz, una extensa repostería artesana increíble y deliciosa. Son muchas las elaboraciones que han salido de sus puertas, o de sus tornos más bien, para inundar el final de nuestras comidas y nuestras meriendas. Son dulces que respiran artesanía, calma y reposo, toques anisados, lácteos, de miel, de azúcar y de huevo. Como en la sencilla receta de las Yemas de Santa Teresa (y otras muchas yemas que salen de estos santos lugares) que te cuento a continuación. Es uno de esos dulces sencillos y golosos que merece la pena hacer de vez en cuando.

Y como aquí hablamos de regalos (para ti y para los demás) es un detalle muy bien recibido en cualquier hogar. Su coste no es excesivo pues los ingredientes no lo son y sin embargo tienen un halo de repostería delicada que hará que quedes muy bien con el regalado. Acompañadas de un café o un té son una excelente excusa para ponerse al día de todo.

Como decía, son sencillas en su elaboración (algo de paciencia nada más) y no requieren de utensilios complicados. Si acaso es de agradecer contar con un termómetro de repostería para el punto del almíbar, aunque se puede solventar sin él. Pero si no tienes termómetro te recomiendo que te hagas con uno, son económicos y te facilitarán mucho la vida si vas a hacer recetas dulces con almíbar o chocolate por ejemplo. Aquí tienes uno bueno y barato, qué más podemos pedir.

Y si te gusta la repostería anímate con esta receta de Carrot Cake.

Vamos ya con la receta.

Yemas de Santa Teresa

Ingredientes

  • 12 yemas de huevo (tamaño L)
  • 200 gr. de azúcar
  • 100 ml de agua
  • Azúcar glas para rebozar/decorar
  • Si quieres puedes añadir al almíbar piel de limón o canela (opcional)

Instrucciones Paso a Paso

Paso 1

Separamos las yemas de las claras. Las claras podremos usarlas para hacer unos merengues o una Pavlova (postre de Nueva Zelanda sencillo y muy resultón. Yo hago la receta (en inglés) de esta repostera que vivió allí y que me parece la mejor explicada. Queda genial)

Paso 2

Batimos las yemas en un cuenco y las colamos por si nos quedara algún grumo de la propia yema. Las reservamos.

Paso 3

Por otro lado, ponemos el agua y el azúcar (la piel de limón si usas o un toque de canela, yo no le pongo nada porque me gusta el sabor intenso de la yema) y lo llevamos a ebullición. Cocemos a fuego suave hasta conseguir un almíbar a punto de hebra fina, es decir, cuando alcance los 105º C de temperatura.

Paso 4

Una vez que tenemos el almíbar en su punto, lo vertemos en forma de hilo sobre las yemas mientras batimos con las varillas. Conseguimos así que la yema no cuaje por el calor y que se integren bien los ingredientes.

Paso 5

Pasamos esta mezcla a un cazo y lo colocamos al fuego. Cocemos a fuego muy suave hasta que espese y la mezcla se despegue de las paredes del recipiente. No dejamos de remover con las varillas para que no se pegue la crema al cazo. La idea es que se vaya evaporando el agua para que nos quede una masa con la textura adecuada, es decir, hasta que se despegue del cazo. Hay que tener paciencia pues llevará un rato y no debemos caer en la tentación de subir el fuego pues el azúcar y la yema se quemarán con facilidad. Merece la pena hacerlo suavemente. Con la tranquilidad de un Convento.

Paso 6

Cuando tengamos la textura adecuada, la sacamos del cazo y la ponemos en un plato o bol para que se vaya enfriando. Cuando ya esté a temperatura ambiente, lo filmamos a piel y lo guardamos en la nevera. Puedes espolvorear un poquito de azúcar glas para que no se pegue. La dejamos en el frio unas 4 a 6 horas (yo las dejo toda la noche y las hago por la mañana.

Paso 7

Cuando la masa a reposado lo suficiente, cogemos con una cuchara de postre una cantidad de masa y la boleamos con nuestras manos. El truco es hacerlo con las dos manos cóncavas pues así las hacemos redondas sin aplastarlas. Las pasamos luego por azúcar glas y las vamos depositando en los pequeños moldes de papel, tipo bombones. El tamaño de la cuchara de postre me parece el tamaño adecuado, ni muy grandes ni muy pequeñas. Finas. Pero eso ya depende de lo goloso que sea cada uno. Son ricas pero contundentes.

Paso 8

Ahora puedes guardarlas en una cajita mona, ponerle una lazada o lo que quieras… y tienes tu regalo perfecto. Eso sí, quédate con unas cuantas o te arrepentirás luego 🙂

Recuerda que las Yemas de Santa Teresa son un regalo casero muy fácil de hacer y que se recibirán con mucho agradecimiento.

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